VACÍO

Las 21:00 y sin a penas luz por la ventana,
abierta de par en par, cediéndole el paso a la fría brisa de a saber qué estación.

La lejanía que me trasmiten los muebles que componen la habitación, perfectamente colocados para rellenar el vacío que,
aunque invisible,
siempre ha estado presente en una de las esquinas de este paralizado cuarto,
donde no pasan las horas,
donde el viento corta mis labios y me recuerda que,
por más que llene e intente darle forma, el vacío de mi alma no tendrá fin.

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